Se los trató de manera separada,
como si cada uno no estuviese relacionado con el otro, como si cada uno
respondiese a una problemática propia, abordable y solucionable desde conceptos
técnicos o específicos.
Y
no es que ocurra exactamente lo contrario, solo que los tres temas reflejan una
realidad de la Argentina que resulta una contradicción en sí misma: la
ineficiencia y la ineficacia de un Estado gigantesco e inútil.
Conviene
hacer una aclaración antes de proseguir con el tema: cuando se habla de un Estado
inútil, la referencia es el bien común. No así determinados intereses
sectoriales que se ven ampliamente beneficiados de esa anomia estatal. Llámense
sectores políticos, gremiales, empresariales, profesionales u organizaciones
sociales. Grupos de la cultura y del deporte. En definitiva, intereses
corporativos que siempre postergan el interés general.
Volvamos
a los tres temas de la actualidad. Son ellos: la imputabilidad de los menores;
el accionar en materia de prevención y de combate de las catástrofes naturales
y la utilización del espacio público para manifestar en desmedro del resto de
los usuarios.
En
ninguno de los tres, el Estado argentino logra hacer pie. Y es casi imposible
que lo logre después de tantos años de corrupción y desidia. No obstante, debe
intentarse, al menos para avanzar en la dirección correcta.
Menores
Seguramente
como producto del impacto que generó la muerte de un menor perpetrada por otro
en pleno acto delictivo, fue que la sociedad argentina abordó nuevamente la
cuestión de la imputabilidad de los menores.
Probablemente,
si no se producen hechos delictivos similares, la cuestión quede olvidada
momentáneamente. Así ocurre desde hace años. Se la retoma, espasmódicamente,
cuando se verifica algún episodio. Y se la deja de lado al poco tiempo.
Pero
además, el tema es politizado –en un sentido electoralista del término- de
manera inmediata. Poco importan los argumentos. Importan más las acusaciones.
Sí
se lo quiere imponer, es demagogia punitiva. Si se lo rechaza, es demagogia
garantista. Todo parece quedar reducido a los votos que obtengo si lo propongo
o si lo rechazo.
El
gobierno abrió el juego con una prudente invitación al debate. Lo hizo a través
del ministro de Justicia, Carlos Garavano. Fue prudente pero fue tardía. Hace
un año que Cambiemos administra el país y el flagelo de la inseguridad no
decae.
A
esta altura del partido, el debate debió estar saldado. En cambio, recién
comenzó y, para colmo, en año electoral ¿Por qué dejó pasar un año? Sin
respuesta.
A
esa característica correspondió la respuesta de la aliada del Frente Renovador,
Margarita Stolbizer. Hizo del tema una cuestión partidista y electoralista. Lo
descalificó antes de comenzar a discutirlo.
¿Y
su nuevo socio, Sergio Massa? No solo hizo mutis por el foro, luego de reclamar
a viva voz, la baja de la edad imputable durante la pasada campaña electoral,
sino que ordenó a toda la tropa a no contradecir a su nueva aliada ¿Y el
debate? Bien gracias.
A
todo esto, se oponen los k. Cierto que se enrolaron hace tiempo en un
garantismo que les permite decir que la culpa de todo es de la sociedad, del
campo, de las multinacionales, del imperialismo yanqui y de los medios de
comunicación hegemónicos.
Nunca
de ellos. Ni cuando por boca de su “jefa” elogiaron a los “barras bravas
subidos a los para avalanchas”. Ni cuando formaron el “vatayón militante”,
aquel eventual grupo de choque, al que, para pertenecer, había que cumplir con
un requisito insoslayable: haber sido sentenciado a penas de privación de
libertad por haber cometido delitos.
Todo
el mundo parece aferrado a posturas dogmáticas con escasa atención del problema
y con más que escasa preocupación por el ciudadano común que es la víctima
potencial –y real- de los delitos.
Quizás
la única que recogió el guante con un sentido actualizado del problema fue la
controvertida diputada nacional Elisa Carrió. Su argumento a favor de la
reducción de la edad para la imputabilidad fue actual, no dogmático, ni
histórico.
Para
Carrió, gran parte de los adolescentes que delinquen, lo hacen como mano de
obra de organizaciones criminales. Nadie objetó el argumento. Tampoco nadie se
hizo eco.
¿Es
posible soslayar una realidad como la que vivimos? ¿Es posible ignorar el
desastre que causa, entre los adolescentes, el consumo del “paco”? ¿Es posible mirar para el costado para no ver
las “cocinas” que pululan sobre todo en el Gran Buenos Aires?
Echar
culpas sobre las injusticias sociales resulta por demás hipócrita. Es la excusa
para no hacer nada. Anillo al dedo para policías y jueces, en particular
aquellos que lucran con el delito.
Pero
también hacer falta echar una mirada sobre la superpoblación carcelaria. Sobre
los institutos de menores. Sobre las consecuencias reales, no jurídicas o
sociológicas, de la rebaja de la imputabilidad.
Temas
todos, sobre los que el Estado está ausente y, así, los ciudadanos comunes
continúan casi inermes frente el delito.
Con todo, buena la iniciativa del
debate. Más vale tarde que nunca.
Catástrofes
¿Es
posible evitar las catástrofes naturales? Desde ya que no. Siempre es posible
que la naturaleza supere cualquier defensa. Si es posible, en cambio, disminuir
el impacto de sus consecuencias.
O
porque las obras que deben llevarse a cabo para minimizar los daños ya fueron
realizadas. O porque existe un protocolo de combate al fuego o al agua que
permite actuar rápidamente. O porque se cuenta con todos los elementos para
actuar prontamente ante la catástrofe.
En
todo ello está –o debería estar- involucrado el Estado. Mediante legislación,
mediante acción o mediante control.
Vamos
por la positiva. Hoy ya nadie habla de los desbordes del arroyo Maldonado o del
Riachuelo en la ciudad de Buenos Aires o en los partidos aledaños de la
provincia de Buenos Aires ¿Por qué? Porque las obras se hicieron.
Claro,
siempre es posible que una lluvia record genere una inundación. Pero debe ser
una lluvia record. Y un record no se bate todos los días. Por eso es un record.
Nadie
sabe exactamente la verdad de los ocurrido en el sudoeste bonaerense, el norte
rionegrino y gran parte del territorio de La Pampa. No obstante, los datos
parciales muestran que solo un milagro hubiese atenuado las consecuencias del
fuego.
Todo
el mundo está de acuerdo que la sequía junto con los rayos caídos en la
Navidad, dieron marco para los incendios que aún se registran en la zona.
Pero
a poco de avanzar, encontramos que la compra de 26 aviones hidrantes que
Cristina Kirchner anunció con bombos y platillos en la Navidad del 2012, nunca
se llevó a cabo. Es más, nunca fue formalizada la correspondiente licitación.
Una mentira más del kichnerismo.
Pero
también encontramos versiones contradictorias sobre la conveniencia o no de
utilizar –si se hubiesen comprado- aviones hidrantes ante la falta de pistas y
el escaso radio de acción dada la necesidad inmediata de recarga de agua.
Quienes
sostienen la hipótesis, afirman que lo óptimo es el trazado de cortafuegos
–superficies en extremo limpias de vegetación- que impiden la extensión de los
incendios.
Existen
cortafuegos naturales como un río. Otros artificiales, como una ruta, aunque no
son pocas las veces que un fuego la salta. El cortafuego óptimo se ubica en los
50 metros
libres de vegetación. Al parecer, el protocolo actual habla de 8 metros .
¿Y
los costos de mantenimiento, en zonas boscosas? Sin respuesta.
Tampoco
parece estar determinada la jurisdicción. Bomberos de Buenos Aires no pudieron
ingresar durante horas para combatir el fuego en La Pampa porque no estaba
acordada la correspondiente autorización ¿Por qué frente a las catástrofes no
es establece una jurisdicción única? A resolver por el Estado.
Piquetes
Finalmente
debió actuar el presidente Macri. Le dijo al jefe de Gobierno de la ciudad de
Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, que ya no debe hacerse el distraído
frente a los piquetes que asolan la ciudad sin ton ni son, la enorme mayoría de
los cuales son protagonizados por un par de decenas de personas que hacen la
vida imposible a decenas de miles.
En
los últimos tiempos, Rodríguez Larreta justificaba su inmovilismo en dos
excusas de escaso convencimiento. Que aún no estaba formada la policía de la
ciudad de Buenos Aires y que el protocolo de la ministra Patricia Bullrich no
era aplicable.
Pero
Macri reaccionó. Lo hizo recién cuando vio que sus guarismos caían en las
encuestas y cuando una de las razones de esa caída era el pulular de cortes
piqueteros. Piqueteros que recibieron promesas de 30.000 millones de pesos a
cambio de… nada. O si, de no participar de eventuales –no se produjeron-
saqueos a fin de año.
¿Y
la ley? No. Desde ya que no está para ser cumplida. Nadie goza de la garantía
constitucional de la libre circulación. A nadie se le aplica las penas
previstas por el Código Penal por interrumpir sin autorización esa libre
circulación.
Estado
ausente que le dicen. No es nuevo. Más vale es bastante viejo. Atizado por un
kirchnerismo que alentaba cortes como el de Gualeguaychú y desde entonces
miles, hasta hoy cuando hace falta recordarle a un gobernante que debe hacer
cumplir las leyes.
Economía
Mientras
tanto, en Economía, con nuevo ministro de Hacienda, comunicamos. Sí, insólito,
el nuevo ministro Nicolás Dujovne, habló durante una semana a casi un promedio
de dos entrevistas diarias. Las primeras, a solo un par de horas de haber
tomado posesión de su oficina.
No
fue un inicio auspicioso. Dujovne nos quiere convencer que asume para contener
el gasto público y la inflación y las primeras decisiones responden a…
exactamente lo contrario.
Algunas,
como los aumentos de precios, escapan a su órbita. Desde prepagas hasta
autopistas, desde estacionamiento en vía pública hasta naftas, indican que las
expectativas inflacionarias –si bien menores en intensidad- continúan vivitas y
coleando.
Otras
no. Por ejemplo, el giro de 25 mil millones de pesos para la provincia de
Buenos Aires. Al parecer, porque no está muy claro, 10 mil millones consisten
en una condonación de deuda de la provincia con el Estado nacional. El resto es
para obra pública, tampoco se sabe muy bien si es para nueva o para aquella en
ejecución.
Como
sea son 25.000 millones que salen del haber y van al debe. La cosa no queda
ahí, el resto de los gobernadores, algunos más y muchos menos, protestaron
contra el “privilegio” bonaerense. Se los calmó, diciendo que habrá para todos
¿Y el gasto público contenido?
Lo
de los gobernadores es surrealista. La provincia de Buenos Aires cedió puntos
de su correspondiente coparticipación federal de impuestos a los inicios de la
recuperación de la democracia. Luego cedió, también a las provincias, casi todo
–inflación mediante- el monto del impuesto a las ganancias destinado al Fondo
de Reparación Histórica del Conurbano bonaerense.
Y
ahora todos chillan cuando el Estado nacional socorre a Buenos Aires que recibe
menos de la mitad de cuanto recauda para la Nación. En fin…
Pero
además está la obra pública. La gran apuesta –junto a la división peronista y
al desprestigio K- de Macri para ganar las elecciones de medio tiempo en
octubre próximo. Claro que obra pública es gasto público con emisión monetaria
sin respaldo o con endeudamiento, puesto que resulta impensable aumentar la
actual voracidad fiscal.
Se
hace difícil pues imaginar una reducción del gasto público, previsto en un
altísimo 4,2 por ciento del Producto Bruto Interno, para este año, año
electoral.
Dujovne
dice que no obstante lo logrará a partir de eliminar gastos superfluos como
organismos de la administración pública, además de alguna reducción de
subsidios. Para lo segundo, conviene recordar que se trata de año electoral.
Para lo primero, empezó mal, ahora en lugar de un ministerio de Hacienda y
Finanzas, hay dos ministerios, uno de Hacienda y otro de Finanzas. Ampliamos
gastos.
Política
Y
por fin comenzó el año electoral. El por fin viene a colación de la
verificación del calendario.
Es
que gran parte de cuanto se hizo el año anterior fue hecho en función del año
electoral… que venía. Ahora, al menos, ahí está.
Todos
se mueven ya al compás de candidaturas. Desde la cooptación de dirigentes
–intendentes- del peronismo bonaerense hasta la identificación de quienes
deciden avanzar en política desde el oficialismo con candidaturas.
Una
máxima parece quedar establecida para Cambiemos: aquel funcionario del
Ejecutivo que pretenda disputar una gobernación en el 2019, debe dar la batalla
legislativa ahora.
Como
táctica no parece mala. Implica trabajar con todo ya, en el distrito, para
tener acceso a una candidatura mayor después.
Los
tiempos se adelantan. Enero para escarceos, advertencias y pretensiones.
Febrero para determinar espacios. Marzo para llenar casilleros con nombres y
apellidos. Abril, campaña a todo vapor.
Pero no importa. Después viene el año 2018, cuando prepararemos
al 2019, año electoral. Y asi….
* Periodista y Militante Radical en CAMBIEMOS
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