La Columna de la Semana. Mucho suele
ser dicho y escrito cuando se producen cambios ministeriales en la Argentina.
Aunque mucho de lo dicho y escrito parece revestir podo de importantancia a la
hora de la evaluación de los problemas de fondo.
No quiere
decir que las razones inmediatas de un despido no resulten otra que celos,
egos, internas, incomprensión o colocación de amigos. Pero aun así, no debe
soslayarse el contexto que rodea el momento de quiebre.
La salida de
Alfonso Prat-Gay del elenco ministerial del presidente Macri pone en evidencia
una cierta pasión por lo circunstancial por encima de lo profundo.
¿Se lo echa
a Prat-Gay por sus errores, sus equivocaciones, sus desaguisados o por cosas
peores?
De ninguna
manera, nadie está en condiciones de acusarlo de nada en particular, mucho
menos de algo espúreo.
Es más
Prat-Gay se fue –o, mejor dicho, lo fueron- en el preciso momento en que
quedaba de manifiesto el éxito inesperado –ni siquiera previsto en el cálculo
más optimista- del blanqueo de capitales que ya superó los 90 mil millones de
dólares y que, ahora, da lugar a una competencia de pronósticos optimistas para
su finalización en las próximas semanas.
¿Y entonces?
Entonces había que inventar una excusa que no perjudicara la esperanza de un
tiempo mejor de la que aún goza, a nivel popular, la administración del
presidente Macri.
¿Por qué?
Porque pese a los éxitos de Prat-Gay, tales como la salida del cepo cambiario
kirchnerista, del arreglo con los acreedores impagos de la deuda externa –los
holdouts- y hasta la reducción de la presión tributaria –continúa altísima-, la
realidad y aún más la sensación es que la economía argentina no despega.
La apuesta
del presidente Macri a una llegada sin límites de capitales deseosos de
invertir en el país nunca fue verificada. Como siempre, la prudencia imperó en
el “gran capital” y todos prefierieron, cuando menos, aguardar los resultados
electorales de finales del año que se inicia.
Está claro
que no se debe –no conviene- decir que Prat-Gay se va porque la economía no
despega. En el lenguaje simplificado al extremo de las redes sociales a que son
adeptos los comunicadores del gobierno, sincerarse resultaría un golpe a las
expectativas que aún persisten y que se eslabonan con el año electoral.
No. Es
preferible caer en lo anecdótico. En aquello de un “Prat-Gay que no sabe
trabajar en equipo”. “Que desayuna bronce todas las mañanas”. “Qué se cree que
está para más”. “Qué solo acepta directivas del propio Macri y de nadie más”.
Y para ello,
hay que sacarlo a las apuradas, mientras Macri está de vacaciones –unas
curiosas vacaciones con cambio de ministro y con participaciones en programas
de radio- y sale a contradecir el dicho popular de “muchas manos en un plato
hacen mucho garabato” con un simplista argumento que contabiliza fracasos cuando
el poder oficial económico quedó concentrado en una sola cartera.
Detalles y
más detalles para tapar lo concreto: que el despegue económico no se produjo y
que, por lo tanto, algún fusible debe saltar. El fusible fue, pese a sus
numerosos éxitos, Prat-Gay. Así de sencillo.
¿Nueva etapa?
Todo comienza
por una división de la cartera de Hacienda entre Hacienda y Finanzas a cargo,
respectivamente, de Nicolás Dujovne y de Luis Caputo, este último con sobrada
experiencia en la materia ya que fue el negociador con los “holdouts” con
Prat-Gay como ministro.
Dujovne empezó
por desnudar objetivos contradictorios de la actual administración, tan
contradictorios que el mismo Dujovne así lo reconoció.
Es que reducir
el déficit fiscal, aumentar el gasto en infraestructura y reducir los impuestos
“distorsivos” es propio de un optimismo casi afiebrado.
La única
manera de reducir impuestos y aumentar gasto en infraestructura sin hacer
crecer el déficit fiscal es atacar de lleno el descalabro heredado del
kirchnerismo: los subsidios a la energía y al transporte; el inconmensurable
crecimiento del empleo público –nacional, provincial y municipal- y una
política asistencialista más propia de una compraventa de la paz social que de
una ayuda al necesitado.
Todo ello, sin
entrar de lleno en las distorsiones que vienen de antaño, de mucho antes del
kirchnerismo, como el estatuto del docente y un régimen laboral en todos los
niveles de la administración pública dedicado a subvertir cualquier intento de
mejorar la productividad.
Es que,
gradualismo o no gadualismo, la Argentina productiva, la que trabaja y estudia,
paga enormes impuestos, a nivel europeo, para mantener un Estado que presta
servicios de nivel africano.
Ergo no se
trata de “empezar a mirar muy finito como se está gastando” tal como señaló
Dujovne. Se trata de mirar grueso. Y a eso, ni Prat-Gay, ni Dujovne, ni Peña,
ni Macri parecen o parecieron predispuestos.
Cierto, el
gobierno se escuda siempre en su minoría legislativa que lo obliga a negociar y
a transar cualquier intento de cambio.
Como dijimos
muchas veces, habrá que esperar a la elección de octubre próximo para
determinar si el gobierno estaba en lo cierto o no sobre el no hacer olas en
materia económica para ganar la elección.
Y esa espera
resulta indicativa de cuánto vendrá. Más de lo mismo. Con alguna ventaja
inicial: los más de 100.000 millones de dólares blanqueados tributarán lo
suficiente como para hacer crecer, por sí solos, en algo más de un punto el
Producto Bruto Interno.
Sí es poco
pero no tanto si se tiene en cuenta la caída de aproximadamente tres puntos con
que cerrará el año actual.
Con todo, y en
año electoral, no es arriesgado decir que no será mucho cuanto harán el
complejo “seleccionado” económico que dirige el país que cuenta con once
funcionarios: un jefe de gabinete, dos vicejefes y siete ministros. Dos más si
quedan incluidos el de Turismo y el del Interior, que incluye con Obras
Públicas.
Los corruptos
Por fin,
después de juntar pruebas para tirar para el techo, el juez federal Julián
Ercolini decidió procesar por asociación ilícita a Cristina Fernández de
Kirchner y a sus cómplices Julio de Vido, José López y Lázaro Báez, junto a
otros integrantes menores de la banda.
El juez se
hace eco de las conclusiones a la que llegaron los fiscales Ignacio Mahiques y
Gerardo Pollicita quienes pusieron en negro sobre blanco todo aquello que nadie
ignora, en particular los santacruceños.
Que se trató
de una banda que armó un esquema para cometer delitos, entre ellos apoderarse
de los fondos asignados a la obra pública, en particular en la provincia de
Santa Cruz. Una banda que encabezó, hasta su muerte, Néstor Kirchner.
Era necesario
para lograr semejante propósito ocupar con “amigos” las áreas respectivas y
poner del otro lado del mostrador a un testaferro. Sí claro, de Vido, López y
Báez.
Pero lo más
importante es el detalle: obras con sobreprecios, irregularidades, retrasos,
falta de controles y certificados falsos fueron la rutas nacionales 3, 40 y 288
y las provinciales 9 y 12.
Los contratos
con irregularidades totalizan un valor de 3.232 millones de dólares y los de
sobreprecio suman otros 1.000 millones de igual moneda.
La lectura
completa del fallo del juez Ercolini, que consta de 794 páginas, indica con
claridad que el cerebro de toda la operación y jefe de la operatoria hasta su
muerte resultó el ex presidente Néstor Kirchner.
El tenor de
los embargos, 10.000 millones de pesos da una idea de la magnitud de lo
“robado” por la banda K.
Cristina
Kirchner suma así un nuevo procesamiento al de la venta de dólares futuro que
puede pasar a juicio oral tras la finalización de la feria judicial.
Sobre la ex
presidente comienza a cerrarse el anillo de causas que la tienen como
protagonista principal.
No obstante,
el fin de año también resulta fatídico para la siguiente generación de los
Kirchner, sus hijos Florencia y Máximo. Se trata, como todo el mundo lo sabe,
de dos personas que lograron enriquecerse en millones de dólares sin ocupación
conocida alguna previa, salvo la de hijos de…
Ahora, el juez
Ercolini dispuso un embargo de sus bienes en la causa –otra causa- Hotesur. Se
trata de bienes heredados del padre de ambos y del traspaso de bienes de la
madre –Cristina- a la hija –Florencia- en otro intento de burlar la justicia.
¿De qué se
trata? De dieciséis inmuebles y de varias participaciones societarias, dos de
ellas muy conocidas: la propia Hotesur y Los Sauces SA. Bienes que, como todo
el mundo, sabe están al alcance de la mano de cualquiera…
Todo esto, tan
solo una semana después de conocerse la confesión de los directivos de la
empresa brasileña de construcción Odebrecht, quienes sindicaron pagos por 35
millones de dólares a funcionarios argentinos para la adjudicación de contratos
de obra púbica durante el período kirchnerista.
Una confesión
que, seguramente, dará lugar a otra causa o agravará las existentes a poco que
los datos vayan siendo remitidos desde Brasil, los Estados Unidos y Suiza.
Sin dudas, el
avance de las causas por corrupción resulta una buena noticia para la Argentina
que trabaja y estudia.
No obstante
flota una pregunta en el aire, buena parte de la misma debe ser respondida por
los tres poderes del Estado: ¿Qué hacer con los jueces de la mal llamada
“justicia legítima”, casi todos ellos partícipes necesarios en el encubrimiento
y la impunidad de los K?
Es difícil
entender como una tal Ana María Figueroa, integrante de la Cámara de Casación
Penal, dedicada durante todo el último año a tratar de impedir, por todos los
medios, ya no el enjuiciamiento sino la simple investigación sobre las
denuncias del fallecido fiscal Alberto Nisman
A tal punto,
que el propio presidente Macri felicitó a los restantes integrantes de la
Cámara por resistir presiones del sector K de la justicia, con Ana María
Figueroa señalada como tal.
¿Y Casanello?
Como siempre, arrastra los piés.
Los traidores
La decisión de
la Cámara de Casación Penal de reabrir la investigación sobre las acusaciones
del fiscal Nisman contra la ex presidente Cristina Kirchner, el ex canciller
Héctor Timmerman, el ex ministro –refugiado en sus fueron de diputado- Julio de
Vido, el camporista Andrés Larroque, alias “el cuervo” y los impresentables agentes de Iran, Luis D’Elía y Fernando Esteche, jefe del
grupo de choque Quebracho, pone sobre el tapete otra de las vertientes del
kirchnerismo: la de la traición a la patria.
¿De qué se
trata? Se trata en este caso, de la calificación de las conductas de argentinos
que ocuparon posiciones relevantes que se unieron a enemigos de la República
para prestarles su ayuda.
La grabación
aportada como prueba de una conversación telefónica entre el ex canciller
Héctor Timmerman y un ex titular de la DAIA, donde el representante de la
comunidad judía le dice a Timmerman respecto del “memorándum de entendimiento”
con Irán que “esos tipos no son creíbles”, y suelto de cuerpo Timmerman
responde que “obvio que no son creíbles, sino no hubiesen puesto la bomba”, es
de por sí condenatoria.
Queda en claro
como se establece en la denuncia del ex fiscal Nisman el intento del gobierno K
de tapar y obstaculizar la acción de la justicia en el encubrimiento de un
régimen terrorista que atentó contra el edificio de una organización social
argentina y dejó un saldo de 84 personas asesinadas.
Para Cristina
Kirchner ya no se trata de aparecer ante el mundo como una corrupta más. Ahora
se trata de aparecer como cómplice de un régimen fanático.
La denuncia de
Nisman señala que las motivaciones del kirchnerismo para pactar la impunidad de
los iraníes acusados fueron dos: geopolíticas y económicas.
Geopolíticas
por su amistad con los impresentables de la tierra, en particular con Hugo
Chávez y su por el entonces canciller, Nicolás Maduro. Económicas por la
eventual triangulación entre Argentina, Venezuela e Irán con trigo, petróleo y
comisiones en el medio.
La decisión de
la Cámara de Casación Penal repone la investigación que recayó en manos del
juez Ariel Lijo, luego de la “no actuación” del kirchnerista Daniel Rafecas
quién, por dos veces rechazó, sin investigar, las actuaciones del fiscal
fallecido.
Lijo muestra
dos caras. Por la una, procesó a Amado Boudou por cohecho y negociaciones
incompatibles con la función pública en la causa sobre Ciccone Calcográfica.
Por la otra, aún no elevó la causa para juicio oral, algo que se espera para
los próximos meses, tras varios meses del pedido en tal sentido del fiscal
Jorge Di Lello.
Mientras
Cristina Kirchner ironiza sobre que la van a acusar de matar a Kennedy. En las
redes sociales le responden que a Kennedy no, a Nisman.
*Periodista y Militante Radical en CAMBIEMOS.
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