Disimiles, como
siempre, resultan las conclusiones que es posible extraer de las elecciones
primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) que acontecieron hace
una semana. Claro que en la primera
conclusión observadores avezados y ciudadanos del común, analistas y legos,
sabios y superficiales concluirán, casi por unanimidad, sobre la inutilidad de
semejante ejercicio electoral para no concretar nada o casi nada con alguna
extraña excepción que, en este caso, no justifica la regla.
Tal vez por esa pasión argentina
por lo inútil y lo superfluo –siempre conviene recordar aquel “argentinos a las
cosas”, clarividente sentencia pronunciada en la ciudad de La Plata por el por
aquel entonces exiliado filósofo español José Ortega y Gasset-, las PASO, que
todo el mundo critica, continúan vigentes.
Responden a una especie de
conservadurismo mental que invade a la sociedad argentina, en general, y a la
clase dirigente, en particular. Todo queda. Todo se anquilosa. Nada cambia. O
cambia con mucho esfuerzo. Aun cuando es comprobada su inutilidad.
Con todo, el resultado de las
PASO muestra un gobierno eufórico aunque algo preocupado por los resultados de
las generales de octubre, particularmente en las provincias de Buenos Aires y
Santa Fe, frente a una oposición que no logró encuadrarse detrás de una figura
con vistas a las presidenciales del 2019.
Buenos Aires y Santa
Fe
Cristina Kirchner perdió su
chance de resurgir como la figura que galvanizara al disperso peronismo
nacional a partir de un claro y contundente triunfo en la provincia de Buenos
Aires.
No lo logró y todo parece
indicar que resultará derrotada en las generales de octubre próximo, dada su
escasa capacidad para atraer votos independientes o provenientes de quienes
optaron por otras opciones en las PASO.
Su posible triunfo por un par de
décimas en las primarias es más que suficiente para que, a partir de ahora, se
la considere una mera dirigente provincial, a la altura de cualquier jefe
político del interior del país.
El virtual empate técnico con
Cambiemos solo le produce una sensación de salvoconducto judicial hasta
alcanzar la senaduría el próximo 10 de diciembre. Un refugio, una guarida, más
que un porvenir de liderazgo.
El sueño del retorno se esfumó.
Y así lo entiende una parte de sus propios partidarios. La parte que no está
dispuesta a inmolarse y que conserva lazos con los dirigentes peronistas del
resto de los distritos del país. Para ellos, el futuro implica una reconversión.
La reconversión que inauguraron, en su momento, los senadores Miguel
AngelPichetto y Juan Manuel Abal Medina.
En derredor de Cristina Kirchner
pulularán los sin votos. Los no peronistas reconvertidos en K. Algunos del
otrora disciplinado Partido Comunista. Otros, tránsfugas del radicalismo. Y La
Cámpora, cuyas acciones están en pronunciada caída en casi todo el país.
En la vereda de enfrente, el
oficialismo de Cambiemos oscila entre imaginar y proclamar un nuevo liderazgo,
el de María Eugenia Vidal, o asignar un rol mayor al retorno al pasado que
implica Cristina Kirchner.
Esta dicotomía deberá ser
resuelta en los próximos dos años, tras la elección general de octubre. Allí,
los méritos del oficialismo deberán superar a los esfuerzos de una oposición que,
probablemente, no se verá afectada por los deméritos del kirchnerismo, hace
poco con Aníbal Fernández y ahora con la propia Cristina Kirchner.
Ya no se tratará de una opción
entre el pasado y el presente, sino una elección por el futuro que tendrá en
cuenta a Sergio Massa, a Margarita Stolbizer y a Florencio Randazzo, aunque
nadie puede predecir el rol de cada uno.
Una mirada por el mapa de la
provincia de Buenos Aires muestra tres zonas geopolíticas claramente
identificadas.
La sección Tercera
–Conurbano Sur- francamente opositora al gobierno de Cambiemos. La sección
Primera –Conurbano Norte y Oeste- dividida por mitades entre oficialismo y
oposición. Y las seccione del interior, Segunda –norte-; Cuarta –oeste-; Quinta
–la costa-; Sexta – sur-; Séptima –centro-; y Octava –La Plata-, francamente
favorables al gobierno.
Por último, una
mirada hacia el interior del frente oficialista. Tanto el PRO como la Unión
Cívica Radical, aliados en Cambiemos, lograron penetrar en bastantes más
distritos en comparación con aquellos donde debieron resignar su primer lugar.
Ergo, y al menos por dos años más, el frente Cambiemos resulta una opción
válida para todos.
El caso de Santa Fe es parecido,
pero no similar.
Si en Buenos Aires, Cambiemos
deberá atraer voluntades que se encuadraron detrás de Sergio Massa y Margarita
Stolbizer o aquellas que resolvieron no expresarse en las PASO; en Santa Fe, la
coalición deberá atraer votos que fueron al Frente Progresista conformado por
socialistas y sectores radicales.
El resultado de las PASO muestra
una levísima diferencia a favor del justicialismo sobre Cambiemos solo algo más
de seis décimas con un Frente Progresista que reunió el 12 por ciento de
quienes optaron.
Pero, el panorama es por demás
oscuro para el peronismo. Ocurre que, allí sí hubo PASO y se impuso el sector
que lidera el ex ministro de Defensa de la Kirchner, el K Agustín Rossi.
Así, las cosas todo indica que
Cambiemos estaría en condiciones de imponerse, tanto en provincia de Buenos
Aires como en Santa Fe, y contar así con los cinco distritos de mayor población
del país.
Córdoba, CABA y
Mendoza
Es que, de verificarse en
octubre próximo, Cambiemos sumaría provincia de Buenos Aires y Santa Fe, a
Córdoba, CABA y Mendoza, donde triunfó holgadamente.
En Córdoba, Cambiemos aventajó
por 16 puntos a Unión por Córdoba, la agrupación del peronismo de José Manuel
de la Sota y del gobernador Juan Schiaretti. Y por 34 puntos al residual
kirchnerismo cordobés.
En la Ciudad de Buenos Aires, el
triunfo de Lilita Carrió superó por 29 puntos al kirchnerismo de Daniel Filmus.
En Mendoza, ocho puntos fue la
ventaja que obtuvo Cambiemos del gobernador radical Alfredo Cornejo sobre el
Frente Somos Mendoza, donde kirchnerismo y peronismo tradicional concurrieron
juntos sin lograr vencer al oficialismo.
Aunque mimetizado con el
peronismo tradicional en Mendoza, el kirchnerismo confirmó su franco retroceso
en los tres distritos.
A su vez, el peronismo cordobés
no quedó en buena posición frente al resto de los gobernadores peronistas. La
opción de la Sota-Schiaretti no está en condiciones de presentarse, hoy por
hoy, como la alternativa para encabezar un desafío a Cambiemos.
El resto
El gobierno gana en Corrientes y
en Jujuy, donde gobierna los radicales Arturo Colombi y Gerardo Morales,
respectivamente.
También vence en Entre Ríos,
donde gobierna el justicialista Gustavo Bordet; en la Pampa, donde lo hace el
justicialista Carlos Verna; en Neuquén, provincia cuyos destinos conduce hace
década el local Movimiento Popular Neuquino; en San Luis, donde el incorporado
a Cambiemos, Claudio Poggi, triunfa sobre la dinastía de los Rodríguez Sáa, por
primera vez aliados con Cristina Kirchner; y en Santa Cruz, donde obtiene el 45
por ciento de los votos, frente al 29 por ciento del kirchnerismo.
De su lado, el peronismo gana en
Catamarca, Chaco, La Rioja, Misiones, Salta, San Juan y Tucumán.
El kirchnerismo vence en Chubut,
Formosa –aliado con el feuda GildoInsfrán-, Río Negro y Tierra del Fuego.
Por último, en Santiago del
Estero vence el desprendimiento del radicalismo que encabeza el senador Gerardo
Zamora, hasta el 2015 aliado con Cristina Kirchner.
El balance da un indubitable
avance de Cambiemos, una expectante posición de la desestructurada liga de
gobernadores justicialistas y un retroceso claro de los K, salvo que logren un
muy improbable triunfo en Buenos Aires y Santa Fe.
Con todo, para octubre nadie
puede distraerse. Ya sea porque el panorama del distrito no quedó definido. Ya
sea porque aun cuando se sabe a ciencia cierta quién ganará, hace falta
conquistar el mayor número de bancas legislativas a nivel provincial o comunal.
Por tanto, los próximos dos
meses, serán meses de campaña. De salidas, de actos, de publicidad, de poco
gobierno, de dejar todo para noviembre.
Es el producto inevitable de un
país que se atosiga con elecciones, que acorta mandatos para producir
reelecciones, que inventa PASO donde no hacen falta.
Pero, claro, de estos temas
nadie habla. No son taquilleros. No generan votos. Aunque paralicen el país, al
punto que se gobierna, en la práctica, poco más de un año por cada dos.
Exterior
El mundo asistió nuevamente a
una seguidilla de atentados llamados de “bajo costo” en Europa. Dos en España,
uno en Finlandia, uno en Alemania y uno en Rusia.
No todos parecen estar signados
por el terrorismo djihadista. No obstante la modalidad “cuasi improvisada” de
atropellar con un vehículo de peso o apuñalar a diestra y siniestra, parece
haberse impuestos sobre los atentados sofisticados del tipo de las Torres Gemelas.
Es que este tipo de terrorismo
es más fácil de practicar por parte de individuos aislados y auto radicalizados
que no requieren de la logística de una organización.
Los atentados de Barcelona y
Cambrils por el intermedio de un vehículo lanzado a gran velocidad contra los
transeúntes de a pie, suman 2 a los cinco ya registrados, solo en Europa, desde
comienzo de año.
Con explosivos, los atentados en
Europa en lo que va del año totalizan 10, luego del pico de 27 del año
anterior. Resultan los más sofisticados por los preparativos necesarios que
requieren de expertos y de una costosa clandestinidad previa.
Cuatro fueron los atentados del
año perpetrados con armas de fuego. Aquí la sofisticación es de menor grado
aunque hace falta obtener y esconder las citadas armas.
Como se dijo, 7 fueron los
atentados terroristas del año cometidos mediante el empleo de un vehículo, y 5
los cometidos mediante el empleo de armas blancas. Ambas modalidades casi
imposible de detectar a priori, si los ejecutantes no acumulan antecedentes.
Si bien, la modalidad del
vehículo lanzado revela antecedentes hasta el 2009 cuando un holandés intentó
atropellar los vehículos de la familia real holandesa en la ciudad de
Apeldoorn, fue el atentado de Niza del 14 de julio del 2016, cuando un único
atacante llevó por delante a los paseantes de la costera Promenade des Anglais
y mató a 86 personas e hirió a 458.
Desde entonces se sucedieron los
atentados de igual modalidad en Berlín, 12 muertos; en Londres, 5 muertos; en
Estocolmo, 5 muertos; de nuevo en Londres, 8 muertos; en Paris, sin muertos; en
Levallois-Perret, Francia, 6 muertos.
Todo indica que el “terrorismo
bajo costo” llegó para quedarse. Salvo excepción como el atentado de Niza, no
genera igual cantidad de víctimas que los explosivos o las armas de fuego, pero
resulta casi imposible de anticipar.
Venezuela
Dictadura total. Sin matices.
Con un Tribunal Suprema que anula cuanta decisión toma la Asamblea Nacional. Y
con una corporativa e inconstitucional Asamblea Constituyente que se arroga la
totalidad de la actividad legislativa.
En síntesis, el chavismo retiene
la totalidad del poder público.
Solo dos semanas después de
constituida, la Asamblea Constituyente compuesta de 545 miembros, todos,
absolutamente todos, chavistas, decidió acumular los poderes legislativos que
corresponden al Congreso venezolano, dominado democráticamente por la
oposición.
Unos días antes, la
Constituyente había destituido a la procuradora general del país, la ex
chavista Luisa Ortega quién huyó el viernes de Venezuela a bordo de una
embarcación que la depositó en la antilla holandesa de Aruba para trasladarse
luego a Colombia donde pidió asilo y protección.
La Constituyente decidió “asumir
el poder de legislar en todos los dominios sensibles para garantizar la
preservación de la paz, la seguridad, la soberanía, el sistema socio-económico
y financiero, los bienes del Estado y la primacía de los derechos de los
venezolanos” (sic).
Hasta el momento, luego de la
decisión del Tribunal Supremo de hace casi cuatro meses de declarar al Congreso
fuera de la ley y de arrogarse la totalidad de los poderes legislativos, la
rebelión popular deja un saldo de más de 120 personas muertas.
Con una economía en quiebra, una
inflación que se aproxima a los cuatro dígitos anuales, una escasez de
productos de primera necesidad, un desempleo masivo, y una inseguridad
ciudadana generada por la violencia delictiva, Venezuela se aproxima a un
conflicto social de proporciones que bien puede derivar en una guerra civil si
las Fuerzas Armadas “Bolivarianas” se parten, algo que ya de muestras –aún
individuales- de ocurrir próximamente.
*Periodista y Militante Radical en CAMBIEMOS.
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