La hija del represor Miguel Etchecolatz habló de lo difícil que fue convivir con un “padre genocida” al que describió como “un monstruo” que “infundía terror dentro de su propia familia” y del que “se pudieron liberar tras su detención”.
Luego de participar de la marcha contra de la aplicación del 2x1 en un fallo de la Corte Suprema, Mariana D, le dijo a la Revista Anfibia, preservando su nuevo apellido, que pudo reconstruir parte de su vida luego de que Etchecolatz cayera preso y ella lograra cambiarse el apellido.
“Todos nos liberamos de Etchecolatz después de que cayó preso por primera vez, allá por 1984. Vivíamos en Brasil porque era jefe de seguridad de los Bunge y Born, y regresó pensando que era un trámite, como si la Justicia no le llegara a los talones. Al principio lo visitábamos, pero después mi madre, María Cristina, pudo decirle en la cara que íbamos a dejar de verlo. Ella siempre nos protegió de ese monstruo, si no hubiera sido por su amor, no podríamos haber hecho una vida”, contó Mariana en la entrevista.
EL FALLO DE LA CORTE
La hija de Etchecolatz también detalló que lloró cuando se conoció el fallo de la Corte que otorgó el 2x1 al represor Luis Muiña, que posibilitó que horas después Etchecolatz, condenado seis veces por delitos de lesa humanidad y detenido en el Penal de Ezeiza, pidiera acogerse al al beneficio del 2×1 según aquel fallo de la Corte.
Mariana nunca se animó a ir a Plaza de Mayo los 24 de marzo por miedo a ser rechazada, por miedo a no poder soportar el dolor en vivo y en directo, pero el 10 de mayo pudo ir a la marcha por primera vez para decir que ella, también, desea “verlos morir en la cárcel”, dijo
“Etchecolaz era un ser invisible, que usaba la violencia y no se le podía decir nada. Aparentaba tener una familia, pero nos tenía asco y era encantador con los de afuera. Vivíamos arrastrados por él, mudanzas todo el tiempo, sin lazos, sin amigos, sin pertenencias. Una realidad cercenada. Nos cagó la vida. Pero nos pudimos reconstruir”, dijo Mariana D.
“Portar un apellido así es como que te obliga a sostener lo que hizo, y eso no se lo permito más. Aparte, nunca existió un vínculo real con él. Me produjo inconmensurables angustias, huellas de traumas infantiles, a eso se le suma lo que todos nos fuimos enterando sobre su rol criminal en el terrorismo de Estado. Fue la encarnación del mal en todos los ámbitos”, asegura Marina.
La hija del represor también hizo referencia a que la sola presencia del represor le infundía terror y que nunca lo conocieron como un “papá dulce”, por lo que detalló que ella, sus hermanos y su madre también fueron “víctimas”.
“Su sola presencia infundía terror. Al monstruo lo conocimos desde chicos, no es que fue un papá dulce y luego se convirtió. Vivimos muchos años conociendo el horror. Y ya en la adolescencia duplicado, el de adentro y el de afuera. Por eso es que nosotros también fuimos víctimas. Ser la hija de este genocida me puso muchas trabas”, detalla
Con respecto a la relación entre sus padres, Mariana contó que de grande supo que su madre intentó varias veces escaparse con ella y sus dos hermanos.
Fuente: El Día de La Plata
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