MUNICIPIO DE MARCOS PAZ

jueves, 6 de abril de 2017

El Discurso de la Polémica.

En primer lugar, es fundamental decir hoy aquí que para los que tenemos memoria, el presidente se puede meter el feriado del 2 de abril donde mejor le quepa. Siempre habrá gente que haga honor a sus caídos y al recuerdo cabal de una gesta que es parte de la historia. Ésa que pretendió borrar con la prepotencia insensata de una firma. 

La misma firma con la que se atrevió a desautorizar y ningunear leyes aprobadas por el Congreso Nacional y avaladas incluso por la corte suprema. Y si acaso tuviera la necesidad de limpiarse después de alguna otra urgencia, le sugerimos que lo haga con el infame mapa publicado oportunamente en la página oficial del ministerio de desarrollo social, dirigido por una tal Carolina Stanley, donde no figuran ni las islas Malvinas ni la Antártida Argentina. Ya la Televisión Pública, el Ministerio de Defensa y recientemente la ANSES y el Ministerio de la Producción omitieron incluir “Nuestras islas" como territorio nacional. Al fin y al cabo, para lo único que sirven ésos mapas nefastos, es para que éste tipo de gente se limpie justo ahí, donde le quepa el feriado.

La vida está llena de paradojas. Hubo alguien que alguna vez dijo: “…Imagina que no hay países, no es difícil hacerlo, nada por lo que matar o morir… Imagina a todo el mundo, viviendo la vida en paz…” Paradójico es que al autor de éste deseo, de éste sueño, que es parte de una famosa canción, le dispararan 5 veces hasta causarle la muerte.
Para las generaciones que alcanzamos la adolescencia en los ochentas, John Lennon, quien paradójicamente nació en Inglaterra, fue una especie de mentor de ésta forma de pensar. Aquéllos que preferimos vivir en paz, adherimos naturalmente a la necesidad de imaginar un mundo así.
Después, muy poco después, descubrimos la ingrata noticia de que el mundo, además de estar delimitado por países, se encontraba sumergido en una oprobiosa trama de intereses económicos, obscenas xenofobias y garrafales ignorancias. Ingredientes fundamentales para la gestación de conflictos y guerras.
Toda guerra encubre por lo menos unos cuantos intereses económicos inconfesables. Del mismo modo, son inconfesables e imperdonables los crímenes que se cometen para alcanzar u ocultar ésos intereses. Por eso se las disfraza con argumentos de carácter étnico, territorial, filosófico o religioso. De cualquier manera, para quienes quieren o son capaces de ver, lo inconfesable termina haciéndose evidente.
En toda guerra se realizan también actos de extraordinario valor, de entrega insospechada y hazañas que convierten a aquéllos que las protagonizan, generalmente personas comunes y corrientes, en verdaderos héroes. 
La Gesta de Malvinas tuvo mucho, muchísimo de esto último. Héroes silenciosos y sin estridencias, que a la hora del regreso fueron ocultados como si fueran una vergüenza.
Por eso a la hora de hacer memoria, les rendimos nuestro respetuoso homenaje. Nuestra inquebrantable y permanente reivindicación. ¡Fuerte! ¡Que se escuche muy lejos! ¡Que lo escuchen nuestros José Romero, Ángel Barreras, Juan Benítez!
La Guerra de Malvinas tuvo también mucho de todo lo demás.
Hay quienes sostienen que fue el producto de un manotazo de ahogado. También la consecuencia de una borrachera infernal.
Otros que tuvo la intención de perpetuar en el poder fáctico, los mismos intereses que generaron la más cruenta dictadura de la historia de nuestro país. Intereses que consumaron el robo y el endeudamiento más sangriento de nuestra historia.
Algunos afirman que la enorme, gigantesca voluntad de promover la soberanía de quienes, paradójicamente, desaparecieron ilegalmente a 30.000 personas, repito 30.000, fue lo que propició el conflicto bélico.
Detrás de éstas especulaciones y muchas otras más, se encuentran los argentinos que combatieron en Malvinas.
Hablando de 30.000, yo soy Gustavo Bellido y puedo decirlo porque sé quién soy!!!!!!!!!!
Hubo aquí, en Marcos Paz, hace exactamente un año, gente que nos abordó en la puerta de la iglesia al término de la conmemoración del acto, también otros que lo hicieron a través de las redes sociales, entre ellos un triste concejal, que cuestionaron nuestro discurso argumentando que no hay que mezclar la cuestión de Malvinas con la política. Quiero aprovechar la oportunidad para responderles con sumo respeto, que fueron cuestiones políticas y económicas las que nos enviaron al muere a una guerra que hoy, más que nunca, resultó por demás insensata si vemos con qué facilidad actualmente se entrega, se regala una cuestión tan cara a nuestros sentimientos y a nuestra historia reciente, como lo es Malvinas. Pero nosotros proponemos una revisión histórica, no política, por eso reafirmamos orgullosamente lo que sosteníamos el año pasado, no solo con el permanente aval de la historia, sino con el agregado de los hechos irrefutables del último año.
La revisión histórica, NO POLÍTICA de los hechos, no debería ser causa de malestar. A menos que ponga en evidencia intereses solapados. Baste con recordar que, amparado por el desconcierto, la ignorancia y la sorpresa generalizada, el mismo poder oscuro que hoy nos rige es el mismo que en el año 1982, pocos meses después de terminada la Guerra de Malvinas, convirtió en pública una deuda que era privada, beneficiando a los mismos grupos de poder económico de siempre y endeudándonos a todos los argentinos por varias generaciones. Nuevamente, cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia.
El ejercicio de la memoria entraña toda clase de riesgos. Los de exponerse a la furia y la revancha de ése poder oculto que no quiere que sepamos mucho de nada. Toda conmemoración se empequeñece y carece de sentido si se convierte solo en un simple acto protocolar de contenido liviano o sin contenido alguno. Creemos que está bueno hablar sobre las causas, los efectos y las cuestiones oscuras que contiene éste o cualquier otro hecho de la historia argentina. Debatirlas, ponerlas en el siempre sano lugar de la discusión, del intercambio de opiniones. Como reza la canción, “…Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos puede suceder la misma cosa. Son ésas mismas cosas que nos marginan, nos matan la memoria, nos queman las ideas, nos quitan las palabras…”
Siempre se nos contó la historia como ciertos intereses quisieron contarla, tergiversándola. Perpetuándola. De ahí surge el famoso “relato Mitrista”. La historia oficial. Que la contó así para que de tanto repetirla, la historia tenga un solo color, un solo matiz, una sola versión. Ésa que, en general, encubre atrocidades. Antiguas atrocidades que justifican las nuevas, las actuales. Durante muchísimos años San Martín cruzó Los Andes en un fabuloso caballo blanco, Don Manuel Belgrano creó la bandera aburrido allá en las barrancas del Paraná, pensando en las nubes y el cielo y Roca nos liberó de la barbarie  aborigen que tanto odiaba “la civilización”. No, hay quienes piensan y saben otra versión de la historia. Ésa historia que de a poco va apareciendo y esparciéndose por doquier, en virtud de que nos hemos empezado a animar a encarar el debate. “… Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia…”
Nosotros entonces les proponemos, hace años ya, debatir la cuestión de Malvinas no como un hecho aislado acontecido allá lejos y hace tiempo, sino como una parte significativa de la historia que tiene que ver con circunstancias anteriores al tiempo cronológico en el que sucedió y cuyas consecuencias están íntimamente ligadas a nuestra actualidad.
Es por eso que “Malvinas” se ha convertido en un símbolo. Un símbolo de lucha, de heroísmo sin igual, si, indudable e incuestionable como pocas cosas en éste país. Pero también un símbolo de pertenencia y de perdida, de gestión política y de revisión histórica, de vinculación social y de soberanía (no siempre bien defendida).
A través de “Malvinas”, en sus antecedentes y sus consecuencias, podemos encontrar resabios inconfundibles de la idea colonialista y feudal que hoy podemos distinguir en éste capitalismo rabioso, cruel,  insensible, xenófobo y tecnológicamente abrumador que nos desgobierna y nos hace tanto daño. Que nos deshumaniza y nos convierte en instrumentos descartables de los intereses de unos pocos que nos manejan desde la utilización maliciosa de los medios y las decisiones políticas y económicas más descabelladas en nombre del llamado “libre mercado”. Argumento falaz que justifica sin escrúpulos tanto la entrega de patrimonio o la más salvaje represión, como la hambruna de mucha, mucha gente.
No, señoras, señores. No nos confundimos. No hablamos de otra cosa. No nos olvidamos que conmemorar la Gesta de Malvinas es recordar a quienes la protagonizaron.
Lo que pasa es que entendemos que, algunos en las islas y otros en el continente, nosotros enfrentando al enemigo en combate y el resto soportando la incertidumbre y la falta de información, pero todos, repito todos los argentinos fuimos protagonistas de la Guerra de Malvinas y también de la historia. La que se fue escribiendo desde aquél entonces y se sigue protagonizando hasta éste día, en el que una vez más, los invitamos a revisar, a recordar, a hacer memoria. La memoria colectiva que nos permita entender cómo llegamos hasta aquí, pasando por la paradójica necesidad de repetir unas cuantas veces, errores que nos han costado muchas cosas y muchas vidas, como si no fuésemos capaces de aprender del pasado, de la historia. Nuestra propia historia.
Ojalá que aprendamos. Que empecemos a revisar seriamente. Para debatir sin pelear y tener la capacidad de hacerlo con argumentos. No con slogans o especulaciones discursivas que solo llenan el espacio de sonido, de ruido, para justificar lo injustificable, lo imperdonable.
La desigualdad es una de las formas de la barbarie. Fomentarla o beneficiarse de ella es una fechoría, un crimen. Ojalá entonces que nos pongamos de acuerdo en condenar a quienes la fomentan. Por lo menos en la necesidad de vivir en paz, en un mundo menos arbitrario y más solidario. Donde no haya tan poca gente que sin sensibilidad, sin rasgos de humanidad, mira con indiferencia como muchísimas personas se mueren de hambre y de frío, de odio y de cotidiana violencia, algo tan parecido a lo que vivimos nosotros en la guerra de Malvinas (cuando una parte de nuestra sociedad seguía llenando boliches bailables, acudía a los cines o miraban en sus cómodos sillones el mundial de fútbol de España, mientras los medios en cadena repetían sus cotidianos ¡Vamos ganando!). La indiferencia, tarde o temprano, nos condena a todos irremediableme nte.
Parafraseando a un ya famoso Francisco, el mismo que dijo que para ser compasivo, humano, piadoso hay que tener mucho valor, les digo que ojalá que con todos incluidos, con todos adentro… ¡Viva la patria!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 

Discuso de los Veteranos de Guerra de Malvinas, de Marxos Paz, leido por Gustavo Bellido, en el acto del 2 de Abril de 2017.

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